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lunes, 13 de junio de 2011

Espíritu Santo. Autor: Padre José Luis Hernando

Espíritu Santo es vida


Paz y bien para todos.

Dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles en el Capítulo 2, versos del 1 al 11, que el día de Pentecostés estaban todos los discípulos juntos reunidos y de repente un ruido del cielo, como de un viento recio resonó en la casa. Y vieron aparecer sobre sus cabezas unas lenguas en forma de llama y todos se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras.

Yo quisiera hablarles por un ratico, pues lleno del Espíritu Santo. Y quisiera sentirme lleno de este Espíritu para transmitirles todo lo que supone saber y sentir que el Espíritu de Dios nos acompaña, nos anima, nos ilumina, nos reanima, enciende en nosotros el ánimo y la ilusión con el fuego de su amor. Les quisiera hablar de tal manera que todos nos enamorásemos de este ilustre huésped que por tanto tiempo ha sido un huésped desconocido. 

Sabemos mucho de Dios Creador, de Dios Padre. Conocemos cantidad de cosas Cristo Redentor, del hijo, de Jesús. Pero ¿qué sabemos del Espíritu Santo? Somos tan ignorantes o tan ingratos, que desconocemos al Maestro que ha hecho posible que hoy tengamos fe, o que nos ha ayudado a descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo.

Invocarle diciendo que venga sobre mí, sobre los oyentes de este espacio radial, que venga sobre todos nosotros, sobre sus familias. Ven, Espíritu Santo, sé tú nuestro mejor perfume, nuestra alegría secreta, nuestra fuente inagotable, nuestro sol y nuestra hoguera, nuestro aliento y nuestro viento, nuestro huésped y consejero, que venga sobre nosotros, que se quede a nuestro lado. Que le aceptemos y le tratemos como nuestro amigo, nuestro fiel compañero, defensor y abogado.

Podemos trasladarnos por unos momentos al mismo día en que el Espíritu de Dios irrumpe históricamente, visiblemente sobre su iglesia. Dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles que aquellos discípulos estaban juntos y en medio de ellos estaba la Madre de Jesús. Tal vez el miedo les hace unirse, apretujarse, buscando el calor de la presencia. Lo importante es que están unidos. Se han quedado solos, se sienten medio huérfanos. Jesús ha muerto. Es de noche, no hay luna y el viento parece que se llevó las palabras de vida y de esperanza. Parece que han perdido la ilusión por el reino del que tanto les habló Jesús. Y así con miedo, pero juntos, aguardan la mañana que les alumbre el camino de vuelta al pueblo, a la familia, a la rutina, a la tarea. 

Y ya ven la esperanza ha quedado enterrada. Y es entonces cuando llega Dios, cuando irrumpe su espíritu. Pues estar todos juntos, bien apretados, se sienten generosos y pobres, para dejar espacio para Dios. Y siente el ruido que golpea la casa y notan que hay un viento huracanado que quiere entrar por puertas y ventanas. Y ven que hay lenguas de fuego en sus cabezas, son tres signos de la presencia de Dios en el Antiguo Testamento. El viento huracanado, el ruido como de un terremoto y el fuego. 

Así lo experimenta el Profeta Elías en el Monte Orep, pero Dios esta vez no está ni en el viento, ni en el temblor de la tierra, ni en el fuego. Dios está en el misterio del silencio que les hace sentirse llenos de su presencia, de su fuego, de su espíritu, de su fuerza. Les hace proclamar las maravillas que Jesús les había dicho anteriormente y que ahora las están haciendo vida en sus personas. Se sienten llenos de la presencia divina y se lanzan a las calles. Abren las puertas y ventanas, abren sus corazones y abren sus bocas y se lanzan al mundo decididos a anunciar las buenas noticias, convencidos de que lo que predican es la verdad. Y lo hacen con tal amor, con tal pasión, con tal respeto, que la gente les presta atención y les entienden, cada cual en su lengua y en su cultura.

Conviene leer despacio los diez primeros versículos del Capítulo 2 de Los Hechos, para ver la variedad de pueblos, de culturas, de lenguas, que participan en la Pascua de Pentecostés. Hoy la iglesia tiene que sentirse llena del espíritu de Pentecostés, para anunciar su futura catolicidad, abriéndose a todo el mundo. 

Juan XXIII, el Papa bueno, convocó un día en el año 1962 el Segundo Concilio Vaticano con un sólo propósito, el de provocar en el mundo un nuevo Pentecostés, una nueva primavera de cristiandad. Sólo esto será posible si nos dejamos guiar por el espíritu que vivifica. Si somos capaces de superar la letra que muchas veces mata y nos angilosa. Hay muchos encerrados en ritos y tradiciones y en rutinas de las que no quieren salir por miedo a perder su falsa seguridad. Y sin darse cuenta están cerrados al espíritu de Dios, que en cada momento nos va a recordando, nos va ayudando a refrescar y a ser actual la presencia viva de Jesús, de acuerdo al momento histórico en que estamos viviendo y a la coyuntura social, política, económica por la que estamos pasando.

No entenderemos el espíritu de Pentecostés, mientras no creamos en la verdad y condenemos a los demás, creyéndonos superiores a ellos en las cosas de religión. En la iglesia no hay un grupo que lo sabe todo y otro que no sabe nada. Y que lo único que tiene que hacer es oír y callar. En la iglesia todos tenemos algo que enseñar y que aportar. Todos podemos ayudarnos y servirnos, pero si es verdad que viven todos el Espíritu de Dios, hagámoslo cierto. Así nos lo asegura Cristo cuando dice: "les enviaré un defensor que estará siempre con ustedes y él les recordará todas mis palabras". 

Luego el que no está abierto y atento a todas las manifestaciones del Espíritu de Dios, difícilmente puede aprender más o mejor. Es imposible que haga real y presente la salvación de Dios entre nosotros.

La conclusión de todo esto, yo creo que es sencilla y es trascendental. Desde Pentecostés, todas las lenguas, todas las culturas, todos los ritos, todos los pueblos, todas las épocas, cada persona, tiene que ser desde entonces, tiene que ser signo de la presencia y de la acción de Dios. No pensemos que esta acción de Dios es exclusiva de una cultura, de una lengua o de un rito. Dios es gratis y da su espíritu abundante y generosamente para que todos nos sintamos quemados, transformados, animados y motivados por ese espíritu.

Tengan todos mucha paz y mucho bien.

Santa Lucía Mártir "CORO SANTA LUCIA"

Santa Lucía
Mártir
Año 304

Santa Lucía bendita: concédenos desde el cielo 
que nos envíe Dios sus luces para ver siempre
lo que debemos hacer, decir y evitar, y hacerlo,
decirlo y evitarlo siempre.

Lucía significa: "la que lleva luz".
A esta santa la pintan con una bandeja con dos ojos, porque antiguas tradiciones narraban que a ella le habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo.

Nació y murió en Siracusa (ciudad de Italia), en la cual se ha encontrado una lápida del año 380 que dice: "N. N. Murió el día de la fiesta de Santa Lucía, para la cual no hay elogios que sean suficientes". En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el Papa San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que él fundó (en el año 590).

Dicen que cuando era muy niña hizo a Dios el voto o juramento de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Por aquellos días la mamá enfermó gravemente y Lucía le dijo: "Vamos en peregrinación a la tumba de Santa Águeda. Y si la santa le obtiene la curación, me concederá el permiso para no casarme". La madre aceptó la propuesta. Fueron a la tumba de la santa y la curación se produjo instantáneamente. Desde ese día Lucía obtuvo el permiso de no casarse, y el dinero que tenía ahorrado para el matrimonio lo gastó en ayudar a los pobres.

Pero el joven que se iba a casar con ella, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que ella era cristiana, lo cual estaba totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Y Lucía fue llamada a juicio.

El juez se dedicó a hacerle indagatorias y trataba de convencerla para que dejara de ser cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo".

El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?".

La jovencita respondió:

"Si, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".

El juez la amenazó con hacerla llevar a una casa de prostitución para ser irrespetada. Ella le respondió: "Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal" (Santo Tomás de Aquino, el gran sabio, admiraba mucho esta respuesta de Santa Lucía)

Trataron de llevarla a una casa de maldad, pero ella se quedó inmóvil en el sitio donde estaba y entre varios hombres no fueron capaces de moverla de allí, la atormentaron, y de un golpe de espalda le cortaron la cabeza.

Mientras la atormentaban, animaba a los presentes a permanecer fieles a la religión de Jesucristo hasta la muerte.

Por siglos ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos.
 

viernes, 10 de junio de 2011

PENTECOSTES


Pentecostés (del griego pentekosté (heméra) "el quincuagésimo día") describe la fiesta del quincuagésimo día después de la Pascua (Domingo de Resurrección) y que pone término al tiempo pascual.
Durante Pentecostés se celebra el descenso del Espíritu Santo y el inicio de la actividad de laIglesia, por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad. La liturgia incluye la secuencia medieval Veni, Sancte Spiritus.
El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía llamada Shavuot (fiesta de las semanas), durante la cual se celebra el quincuagésimo día de la aparición de Dios en elmonte Sinaí, por lo tanto en el día de Pentecostés también se celebra la entrega de la Ley(mandamientos) al pueblo de Israel.
En las Iglesias ortodoxas existen además la celebración de las Tres Divinas Personas o de laSanta Trinidad; las Iglesias occidentales celebran para esta ocasión desde el siglo XIV su propia fiesta llamada Trinitatis (la fiesta de la Santísima Trinidad) una semana después del Pentecostés.
En el calendario cristiano con Pentecostés termina el tiempo pascual de los 50 días.
En las narraciones sobre Pentecostés de Hechos de los Apóstoles (2,1 - 41) se le adjudica al Espíritu Santo, en congruencia con el Antiguo Testamento, características milagrosas (carismas): él ofrece valentía y libertad, posibilita la comprensión (glosolalia) y fortifica una comunidad universal.
El lunes después de Pentecostés es día de fiesta en muchos países como AlemaniaAustria,BélgicaDinamarcaFranciaHungríaIslandiaLiechtensteinNoruega, los Países BajosSuiza oUcrania. También es festivo en algunas comunidades autónomas de España como en Cataluña,Burgos y Zamora