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miércoles, 9 de febrero de 2011

EL MILAGRO



Mientras Eutichia tocaba el Sepulcro, Lucía tuvo una visión de Santa Ágata, que le dijo: Lucía, mi hermana, ¿por qué me pides a mí esto si tú misma puedes obtenerlo para tu madre? Tu madre ya está curada por tu fe. Y así como por medio mío es beatificada la ciudad de Catania, por medio tuyo será salvada la cuidad de Siracusa.
Lucía le dijo a su madre, que por la intersección de Santa Ágata, Jesús ya la había curado, e inmediatamente Eutiquia sientió que le volvían las fuerzas y comprendió que había sido curada.

Entonces, Lucía comprendió que aquel era el momento justo para revelar a su madre la intención de consagrarse a Jesús, y de donar su rica dote nupcial a los pobres. Eutiquia que tenía el corazón lleno de gratitud por la gracia recibida, lo aceptó.

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