El Miércoles Santo recordamos la triste historia de uno que fue Apóstol de Cristo: Judas. Así lo cuenta San Mateo en su evangelio: Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?”. Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento, andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
¿Por qué recuerda la Iglesia este acontecimiento? Para que nos hagamos cargo de que todos podemos comportarnos como Judas. Para que pidamos al Señor que, de nuestra parte, no haya traiciones, ni alejamientos, ni abandonos. No solamente por las consecuencias negativas que esto podría traer a nuestras vidas personales, que ya sería mucho; sino porque podríamos arrastrar a otros, que necesitan la ayuda de nuestro buen ejemplo, de nuestro aliento, de nuestra amistad.
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